Las distintas fases de un producto o servicio varían dependiendo de cada comercio, industria o mercado. En fase de lanzamiento, el producto es nuevo; cuando se convierte en tendencia está en una etapa de crecimiento; pasando al de la madurez, cuando este mismo se distribuye fluidamente; para finalmente llegar a la fase de declive, donde nuevas modas hacen al stock, cada vez más complicado de vender, hasta llegar a una obsolescencia.

Aquí debe entrar la creatividad de las empresas, al descubrir nuevas formas de tendencias, y así, vayan a la par del producto ofertado, con innovación, tecnología y uso de la estética, pero siempre manteniendo la calidad necesaria del producto hacia el cliente.

Asimismo, dependerá mucho de la funcionalidad y practicidad de lo vendido y distribuido. Es claro asumir que la ropa es un bien con ciclos más breves. Una silla plegable, de camping o lona, son productos más necesarios por todo tipo de mercado, incluso siendo herramienta de trabajo en muchos otros negocios en este país. Entonces, ¿cómo hacemos para mantener una vigencia de lo distribuido y lo vendible en un futuro?

De acuerdo a estudios comerciales o de mercadeo, en promedio, el producto inventariado debe salir en un plazo mínimo de 90 días, a un máximo de 120. Volviendo a repetir, la variabilidad de estos números en términos del producto, debido a la existencia de aquellos perecederos.

Es esencial tratar de calcular este factor, llevando un control de la distribución de toldos y sillas plegables, discerniendo qué se está haciendo bien, para continuar en la misma ruta, o qué se está haciendo mal, y estar a tiempo de darle la vuelta a tal situación.

Es natural que distribuidores y vendedores tengan algunos problemas con exceso de inventario, y es aún más lamentable, la desidia de muchos que no hacen algo al respecto; no reaccionan hasta darse cuenta de los perjuicios que esto supone en un negocio, y sobre todo si este está iniciando o se encuentra en ascendencia comercial.

Una negligencia en el manejo de stock, conlleva varios lastres, pudiendo ser el acabose de cualquier empresa. Por ejemplo, están los costos de almacenamiento; estos generan derramas de dinero, por el ineficaz movimiento de sillas plegables o lonas. Asimismo, se pueden presentar productos dañados por su inherente caducidad, teniendo mermas y la subsecuente penosa necesidad de deshacerse de los mismos. La gestión de datos de los bienes a bien distribuir, también producen costes. Si hay tiendas virtuales, el marketing sobre dichos productos acarrea costos.

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